Amigo Félix

    El 14 de Marzo es el aniversario del nacimiento y muerte del gran naturalista y divulgador Félix Rodríguez de la Fuente. Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia es ver con mi abuelo, en el pueblo y mientras los demás hacían la siesta, alguna de las muchas reposiciones del Hombre y la Tierra. Mi amor por la naturaleza nació en esas calurosas tardes de verano y Félix  es una de las razones por las que estudié Biología. 
    Su forma de comunicar, la claridad de sus explicaciones, su entusiasmo, su defensa incansable de la fauna y los ecosistemas, y sus técnicas pioneras de grabar documentales han hecho de él un ejemplo a seguir por los biólogos y naturalistas de todo el mundo.
    Murió joven, en un accidente de avioneta en Alaska, haciendo lo que más le gustaba: rodar un documental de naturaleza. Hay mucha leyenda alrededor de su muerte. Algunos dicen que antes de empezar el último viaje de su vida Félix comentó: "Qué lugar tan hermoso para morir", otros que ese día un cuervo negro fue la última imagen que rodó el equipo de grabación antes de subir a la avioneta, también están los que creen que las circunstancias de su muerte no están claras y que era un personaje molesto por sus reivindicaciones ecologistas.
     Durante la década de los 60 y 70, Félix logró parar carreteras y urbanizaciones, consiguió la figura de protección para algunas especies como el halcón peregrino o el búho real, defendió la preservación de ecosistemas tan importantes como las marismas de Doñana, las dunas del Saler o las Tablas de Daimiel, salvó a especies en peligro de extinción como el lobo, el lince ibérico o el oso. 
    Aunque ya no está con nosotros nos queda su legado. Sus programas de radio La aventura de la vida, Planeta Agua y Objetivo: Salvar la Naturaleza, sus maravillosos documentales de fauna ibérica El hombre y la Tierra, las series de documentales que rodó en suramérica y norteamérica, su Enciclopedia Salvat de la Fauna Ibérica y europea y sus increíbles Cuadernos de Campo, con anotaciones de su puño y letra e ilustraciones tan perfectas que parecen fotografías. Incluso hay una versión app de sus cuadernos de campo: iFelix.
    Como docente, bióloga y admiradora de la figura de Félix Rodríguez de la Fuente, creo que he de seguir inculcando en mis alumnos ese entusiasmo por la naturaleza y la defensa de la biodiversidad que él transmitía. Por eso he dedicado unos minutos en mis clases a hablar de la figura de Félix. Me ha sorprendido que muchos de mis alumnos no lo conocían, aunque algunos sí que habían visto algunos de sus documentales. Entonces he puesto un trozo de uno de los capítulos del Hombre y la Tierra dedicado al lobo y se han quedado hipnotizados escuchando al gran maestro y atrapados por las imágenes.
  Hubo un tiempo en que trabajé en un parque de naturaleza con animales de la fauna ibérica en semilibertad y he tenido experiencias increíbles con muchos animales. Pero una de las sensaciones más impresionantes de mi vida ha sido la de poder mirar a un lobo a los ojos y escuchar su aullido en el silencio de la noche. Te das cuenta de la nobleza, el poder y la elegancia de estos animales, de que hay algo  imperceptible que nos une a ellos como especie, de la pequeñez de los seres humanos ante la majestuosidad de la naturaleza.
    Mi admiración y mi agradecimiento a Félix Rodríguez de la Fuente, espero que su mensaje como conservador incansable de la naturaleza quede para siempre en nosotros y en las futuras generaciones, para que en las noches españolas no dejen de escucharse los hermosos aullidos del lobo.





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